¡Demonios! Tenían que aparecer ellos... ¡Los niños! De todos los humanos, me parecen los más frágiles, sublimes y los más hermosos. Talvés por ello y mi condición femenina es que no me atrevo a tocarlos. Aunque a veces, su sangre la percibo tan exquisitamente dulce, que estoy segura ha de ser un elíxir. Sin embargo aún tengo algo de respeto por la vida humana. Al menos más que la que ellos mismos tienen. Talvés, porque yo misma no la tengo. Realmente los niños son bellos. Casi tanto como los ancianos, quienes se hayan desvalidos ante lo cercano de su muerte y la actitud del mundo que les trata como despojos. Los que no tienen cabida, los que viven en las tinieblas... que coincidencia. Heme aquí otra vez jugando a ser humana. Hasta me parece que una suerte de sangre me corriera por las venas. Veamos cuanto dura esta sesión de juego. Cuánto se puede postergar la siguiente caída.
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